lunes, 15 de diciembre de 2008

4. El Lago Constanza


Precioso lago en el límite entre Alemania, Suiza y Austria. A sólo un par de horas en tren desde la ciudad alemana de Stuttgart y pasando por la llamada selva negra.
Su superficie es de 536 km² y el nivel medio está a 395 metros de altitud. El Río Rin entra al lago por el sur (Austria) y sale por el oeste, marcando la frontera entre Alemania y Suiza.


Alrededor del lago se concentran algunas poblaciones. Juntas forman una colonia de 2,5 millones de personas, la mayoría alemanes.


Yo visité Constanza (en alemán Konstanz). La ciudad que da nombre al lago (o el lago a ella) es la más grande de todas las que se encuentran en su orilla y tiene unos 80.000 habitantes.


A falta de playa en esta zona, los alemanes ven en esta zona un lugar de veraneo.

Hacía muy buen tiempo cuando nosotros fuimos. El pueblo es encantador, lleno de tienditas y restaurantes. En uno de ellos nos zampamos una típica salchicha alemana con papas fritas y sus salsas. De postre, un helado en una heladería situada frente al lago.

Y como no, un paseo en una embarcación de pedales esquivando, eso sí, barcos más grandes que casi se nos echaban encima.

Un paseo de unas pocas horas en una ciudad de cuento.

domingo, 14 de diciembre de 2008

3. Nouakchott. La ciudad de las conchas

(Julio de 2007)

El nombre de Nouakchott, capital de Mauritania, tiene varios significados:

- Lugar donde aparece el agua cuando se cava un pozo
- Lugar de pastos salados
- Lugar donde abundan las conchas
- Lugar de los vientos
De los dos últimos doy fe. Por un lado, da igual en qué parte de la ciudad te encuentres que verás millones y millones de conchas, incluso en pleno desierto. Estos fósiles nos recuerdan dos cosas: por un lado, que hace mucho, muchísimo tiempo, aquello o era mar o éste estuvo muy cerca; por otro, es reflejo de que Mauritania es uno de los países más pobres del planeta, donde el "desarrollo" apenas existe y la mano del hombre aún no se ha cargado lo que la naturaleza ha dejado allí.

En cuanto al viento, suele ser tan fuerte que si no barres las aceras cada día corres el riesgo de ser engullido por el desierto que rodea la ciudad.
Yo llegué de noche y me llevaron directamente al hotel. Por las ventanillas del coche ves pobreza, pobreza y más pobreza. Ya en tu habitación te das cuenta de todo aquello es falso, un mundo de fantasía que nada tiene que ver con lo que hay en el exterior. Cuando amanece y te asomas al balcón lo ratificas.


Paseando por el desierto descubres muchas cosas. La gente lo utiliza como vertedero, hay partes que son un auténtico foco de infección. Pero no sólo hay basura, también está lleno de camellos. Algunos son salvajes pero otros son fuente de alimento para muchas familias. No porque se los coman sino porque éstos dan leche y con la leche se hace queso que luego venden o simplemente se lo comen para vivir. Lo más impactante es que muchas de esas familias viven en pleno desierto, protegidos únicamente por una caseta de lona llamada jaima.



Otra forma de ganarse la vida es el mar. Cuando me llevaron a la Playa de Nouakchott no podía creer lo que estaba viendo. Miles de mauritanos pescando, comprando o vendiendo lo que sacaban del mar. Decenas de cayucos esperaban en la orilla a sus dueños para salir a faenar, los mismos cayucos que utilizan las mafias para traficar con personas que se embarcan en una aventura que muchas veces no tiene final. Y entre tanta gente, el caos. Delante de nuestros ojos sacaron del mar a un hombre con los ojos en blanco y casi muerto. Se había ahogado. Decenas de personas se agolparon a su alrededor y tras reanimarlo volvió a la vida. La gente se reía, se tomaba a risa lo que pudo haber sido una tragedia, un gesto que me hizo pensar que allí la vida no vale nada.

Antes de que nos lincharan nos fuimos. Allí los blancos no están muy bien vistos y menos si tienen cámaras de vídeo o fotos. Muchos mauritanos creen que si les sacas una foto les robas el alma, así que es común que se te enfrenten si ven que vas a disparar. Para ellos es como un arma.

Otra experiencia, el mercadillo de la ciudad. Si te agobian las masas un consejo, no vayas. La gente se te tira literalmente encima para venderte de todo. Y una vez más, basura. La "mierda" está por todas las calles y en algunos lugares es imposible respirar. A las mezquitas ni se te ocurra entrar, los turistas no son bienvenidos.


El último día no ganamos para sustos. Sacando fotos a la calle desde el coche nos detuvieron unos militares. Decían que habíamos fotografiado un lugar prohibido, la Embajada de Israel. Varios militares con sus rifles nos hicieron bajar del coche, lo inspeccionaron, nos cachearon y nos obligaron a mostrarle todos los vídeos y las fotos. Casi nos llevan presos. Poco después en el aeropuerto, toda una odisea para dejar el país. En los controles te registran, te encierran en un cuarto y te piden dinero. Yo no cedí pero hubo compañeros que fueron presionados y tuvieron que dejar allí sus euros si querían salir.

En Mauritania se respira miedo, inseguridad y corrupción pero visitar ese país es toda una experiencia. Encuentras una realidad tan diferente a la nuestra y se encuentra a sólo dos pasos de aquí, es increíble. Cada día es un reto para su humilde población. Un reto que puede resumirse en una única palabra: supervivencia.

sábado, 13 de diciembre de 2008

2. Greenwich. Donde empieza todo

(Marzo de 2008)


Es uno de los pueblos más encantadores de las afueras de Londres. Cada vez que voy a la capital británica (y ya son unas cuantas) no puedo evitar darme un salto. No es que haya gran cosa pero me encantan sus calles y el ambiente que se respira.

Sales de la estación de metro de Cutty Sark y casi enfrente te encuentras con un Starbucks. Las veces que he ido ha hecho tanto frío que acabo entrando. Tomo un delicioso "hot chocolate" para entrar en calor y sigo.



Primera parada: el Cutty Sark, un enorme barco que muchos conocerán por la famosa bebida alcohólica. Se trataba de una velero construido en 1869 que viajaba a las Indias en busca de té. Y digo trataba porque en mayo de 2007 un desaprensivo lo incendió. No quedó nada. Ahora mismo se reconstruye pero claro, nunca será el original. Una pena. De este modo Greenwich se ha quedado sin uno de sus símbolos. En 2009 está prevista su reinauguración.

Al lado del barco, bordeando el Támesis, está la Universidad con unos enormes jardines. Si los cruzas llegas al interminable Parque de Greenwich. ¡Mira que son grandes los parques en Londres! Caminas, caminas y caminas y parece que nunca alcanzas la meta. Personalmente no me importa caminar. Disfruto viendo a la gente pasear, al niño jugar, al deportista correr, al pedro ladrar... pero lo que más me gusta son las ardillas. De vez en cuando sale alguna para pedirte comida... ¡Me encantan esos bichos!






En lo alto de una pequeña montaña, en el mismo parque, se encuentra el Museo del Meridiano 0, un observatorio astronómico muy modesto que recibe la visita de cientos de turistas con un único objetivo: sacarse una foto en la línea dondee empieza todo, imaginaria en la teoría pero física en la práctica porque allí la puedes encontrar dibujada en el suelo. Un reclamo turístico que funciona.












De regreso tienen que perderse por las calles de este encantador pueblo y visitar su mercado lleno de flores, comida y artículos de segunda mano antes de tomar el metro y regresar al bullicio de la gran ciudad.








viernes, 12 de diciembre de 2008

1. Isla de Lobos. Para perderse

(Abril de 2007)

No sé el motivo pero las islas desiertas (o casi desiertas) me fascinan.

En Canarias tenemos la suerte de poder disfrutar de unas cuantas pero hoy me voy a centrar sólo en una, la Isla de Lobos.

En realidad es un islote. Se encuentra entre las islas (éstas sí) de Lanzarote y Fuerteventura. Políticamente pertenece a esta última, más concretamente al municipio de La Oliva.


Se preguntarán por qué se llama así. Pues es muy sencillo. En el pasado vivían en esta zona cientos de lobos marinos pero los pescadores los eliminaron porque les quitaban el pescado. Cada uno de estos animales necesita entre 30 y 40 kilos de pescado al día para vivir y claro, era una dura competencia, lo más fácil era cargárselos. Qué vergüenza. El caso es que un proyecto prevé reintroducir la especie, algo a lo que los pescadores lógicamente se oponen pero yo espero que la iniciativa salga adelante. Lo que el hombre destruye tiene que repararlo.

Llegas a la isla en un barquito que sale de Corralejo. La travesía es corta y suele ser tranquila. Lobos tiene un puertito en el que atraca el barco. Una vez allí la gente se dispersa y llega la paz y el silencio.

En el islote no existe el asfalto y vas por caminos de tierra perfectamente señalizados. A la izquierda, la Playa de la Concha, pero yo siempre dejo esta visita para el final. Me gusta que sea la recompensa al esfuerzo de recorrer toda la isla, así que tiro para la derecha.

La primera imagen no es muy positiva. Han dejado construir casetas a diestro y siniestro dando una imagen de poblado chabolista. Menos mal que la parte que acapara es mínima. Entre "chabola" y "chabola" hay un restaurante, el único, donde se come sobre todo paella. Las colas para comer son impresionantes así que les recomiendo coger número desde que lleguen.


Cuando te adentras en la isla el silencio te persigue. De vez en cuando un ave se cruza en tu camino para saludarte pero en general sólo se escucha el sonido del mar y del viento. El paisaje es muy característico, montañas de origen volcánico que con el paso del tiempo han quedado reducidas a pequeños montículos.

Hace mucho, mucho tiempo, Lanzarote y Fuerteventura estuvieron unidas. Son las dos islas más viejas del archipiélago canario. Tienen nada menos que 21 millones de años. Por eso son tan planas, sin apenas relieve. Y es que 21 millones de años de erosión es mucha erosión.
Cuando divisas el Faro de Martiño sabes que has llegado al final de la isla. Por el camino, alguna que otra playa de piedras sin apenas arena.

La isla se recorre rápido, si no subes la única gran montaña que hay, claro. Se llama La Caldera y tiene 127 metros de altura. En poco más de dos horas das la vuelta al islote y llegas al premio, la maravillosa Playa de la Concha, donde puedes relajarte, tomar el sol y darte un agradable baño hasta que se acerque la hora de tomar el barco de regreso a la realidad.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

0. ¿Por dónde empezar?


He tenido la suerte de poder conocer numerosos lugares del mundo. Algunos me han gustado más, otros menos... pero todos me han marcado de una forma u otra. Esos viajes me persiguen y están dentro de mí sin que pueda desprenderme de ellos. Tampoco quiero.
Un viaje se queda contigo para siempre. En tu memoria, en tus recuerdos... Te hace crecer como persona, te enseña... y te ayuda a entender que ahí fuera hay mucho más de lo que imaginamos.
Para recordarlos, para revivirlos... comienzo hoy mi particular "cuaderno de bitácora".